Se acabaron los madrugones, los horarios infernales de ocho horas seguidas; se acabaron las monjas que chochean y el saludo militar que había que hacerles; se acabó reducir toda España a Ferrol, se acabó GEOGRAFÍA; se acabaron las faltas de puntualidad y sus castigos correspondientes; se acabaron las hojas de examen en las que tenía que escribir Sara Virumbrales Serrano 2ºbach CCSS nº27; se acabaron las tonterías infantiles. Se acabó el colegio.
Han sido quince años en un mismo lugar, día tras día, y es inevitable no echar de menos cosas... las miradas con sonrisas en clase, música francesa para acabar bien la semana, el pasillo de Bachiller, las caras de sueño a las ocho de la mañana, a Dori y sus abrazosmágicosDIARIOS*, a Ignacio, a Pili y a Gloria, porque son los pocos que de verdad merecen echarles de menos, a las del fondo...
Y el carrusel seguirá girando...